La temperatura del ambiente donde estamos influye mucho más en nuestra salud de lo que a veces pensamos. Ya sea un día de calor intenso, una noche helada o cambios bruscos, nuestro cuerpo tiene que adaptarse constantemente. Si no lo cuidamos, esos grados de más o de menos pueden traernos problemas. Aquí te explico, de forma sencilla, cómo nos afecta la temperatura y qué hacer para estar bien.
El calor y sus efectos
Cuando hace mucho calor, el cuerpo suda para enfriarse y mantener una temperatura interna estable, alrededor de 37 °C. Pero si la temperatura afuera es muy alta o hay mucha humedad, el sudor no se evapora bien, y el calor se acumula. Esto puede causar golpe de calor, que se siente como mareos, náuseas, dolor de cabeza o incluso desmayos. Es más riesgoso para niños pequeños, personas mayores o quienes tienen enfermedades como diabetes, porque su cuerpo no regula tan bien el calor.
El calor también puede deshidratarnos. Si no tomas suficiente agua, te sientes débil, con la boca seca o hasta con calambres. A largo plazo, el calor constante podría afectar el corazón, porque trabaja más para mantenerte fresco. En verano o en lugares calurosos, es común ver más cansancio o problemas de presión.

El frío y sus riesgos
Por otro lado, el frío hace que el cuerpo tiemble para generar calor y que los vasos sanguíneos se estrechen para no perderlo. Si estás mucho tiempo a bajas temperaturas sin abrigarte bien, puedes sufrir hipotermia. Esto pasa cuando tu temperatura corporal baja demasiado, y empiezas a sentir confusión, sueño o dificultad para moverte. Es peligroso si no te calientas rápido.
El frío también afecta la respiración. El aire seco y helado puede irritar los pulmones, lo que es peor si tienes asma o bronquitis. Además, en invierno suben los resfriados y gripes, no porque el frío las cause directamente, sino porque pasamos más tiempo encerrados con otros, y los virus se esparcen fácil.
Cambios bruscos
Los cambios rápidos de temperatura, como salir de un lugar con aire acondicionado a un sol fuerte, también nos afectan. El cuerpo se estresa intentando adaptarse, y eso puede bajar tus defensas o darte dolores de cabeza. Por eso a veces te enfermas al pasar de un día cálido a uno frío de repente.

Qué hacer para cuidarte
Para el calor, lo básico es hidratarte. Toma agua aunque no tengas sed, usa ropa ligera y evita el sol directo en las horas más fuertes (de 11 a 3, обычно). Si sientes que te estás sobrecalentando, busca sombra o un lugar fresco y moja tu piel con agua. En casa, ventiladores o aire acondicionado ayudan, pero no abuses de ellos para no enfriarte de más.
En el frío, abrigarte bien es clave. Usa capas de ropa para atrapar el calor, y no olvides gorro, guantes y bufanda, porque por la cabeza y las manos se pierde mucho calor. Mantén los pies secos y calientes, y toma bebidas tibias, como té o sopa, para calentarte desde adentro. Si vives en un lugar muy frío, asegúrate de que tu casa esté bien aislada.
Para los cambios bruscos, lleva algo extra, como una chamarra ligera, y evita pasar de golpe de un extremo a otro. También come bien y duerme suficiente, porque un cuerpo fuerte se adapta mejor.
En resumen, la temperatura afecta cómo respiramos, cómo circula nuestra sangre y cómo nos sentimos. El calor nos agota y el frío nos tensa, pero con cuidados simples, como agua, ropa adecuada y atención a las señales del cuerpo, podemos protegernos. El clima no lo controlamos, pero sí cómo nos preparamos para enfrentarlo.
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