En la actualidad, pasamos muchas horas frente a pantallas: celulares, computadoras, tabletas y televisores forman parte de nuestro día a día. Aunque estas herramientas nos facilitan la vida, hay algo que preocupa a muchas personas: ¿Cómo afecta la luz que emiten estas pantallas a nuestros ojos? La respuesta no es tan simple, pero aquí te lo explico de forma clara y sencilla.
Primero, hablemos de qué tipo de luz estamos viendo. Las pantallas emiten algo llamado luz azul, que es parte de la luz visible. Esta luz está en todas partes: el sol la produce en grandes cantidades, y también está en las bombillas LED y, por supuesto, en los dispositivos electrónicos. La luz azul no es mala por sí misma; de hecho, durante el día nos ayuda a mantenernos despiertos y atentos. Sin embargo, el problema aparece cuando estamos expuestos a ella por mucho tiempo, especialmente en la noche.

¿Por qué? Porque nuestros ojos no están diseñados para mirar fijamente una fuente de luz intensa durante horas. Cuando usamos pantallas, solemos parpadear menos de lo normal. Esto hace que los ojos se sequen, se irriten y se sientan cansados. Seguro has sentido esa sensación de ardor o pesadez después de estar mucho tiempo frente al celular o la computadora. A esto se le llama fatiga visual digital, y es uno de los efectos más comunes de las pantallas.
Además, la luz azul puede confundir a nuestro cerebro. Normalmente, cuando el sol se pone, la disminución de luz azul le dice a nuestro cuerpo que es hora de descansar y producir melatonina, una hormona que nos ayuda a dormir. Pero si estamos viendo una pantalla hasta tarde, esa luz brillante engaña al cerebro, haciéndole creer que aún es de día. Como resultado, nos cuesta más dormir bien, y el cansancio se acumula, afectando no solo los ojos, sino cómo nos sentimos en general.
Ahora, ¿puede la luz de las pantallas dañar los ojos de forma permanente? Los científicos aún no tienen una respuesta definitiva. Algunos estudios sugieren que la exposición prolongada a la luz azul podría, con el tiempo, afectar la retina, que es la parte del ojo que capta la luz y nos permite ver. Sin embargo, la cantidad de luz azul que emiten las pantallas es mucho menor que la del sol, así que no está claro si realmente representa un peligro grave a largo plazo. Lo que sí sabemos es que el uso excesivo de pantallas sí causa molestias a corto plazo, como visión borrosa, dolores de cabeza y dificultad para enfocar.

Entonces, ¿qué podemos hacer para cuidar nuestros ojos? Aquí van algunos consejos prácticos y fáciles de seguir. Primero, usa la regla 20-20-20: cada 20 minutos, mira algo a 20 pies de distancia (unos 6 metros) durante 20 segundos. Esto le da un descanso a tus ojos. Segundo, ajusta el brillo de tu pantalla para que no sea ni muy fuerte ni muy oscuro, y si puedes, activa el modo nocturno o filtro de luz azul que tienen muchos dispositivos. Tercero, parpadea más seguido, y si sientes los ojos muy secos, considera usar gotas lubricantes recomendadas por un doctor. Por último, intenta reducir el tiempo frente a la pantalla antes de dormir; leer un libro o escuchar música puede ser una buena alternativa.
En resumen, la luz de las pantallas no es un enemigo, pero tampoco es algo que debamos ignorar. Si usamos estos dispositivos con moderación y tomamos pequeñas medidas para protegernos, podemos disfrutar de la tecnología sin que nuestros ojos paguen el precio. Al final, se trata de encontrar un equilibrio para que nuestra vista y nuestro bienestar estén en armonía.
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